domingo, 21 de julio de 2013

Lucha por la Antártida: algunos países quieren controlar su enorme riqueza


La idea de EE.UU. y Nueva Zelanda de establecer zonas marinas protegidas en la Antártida ha sembrado la sospecha de que el motivo real sea controlar la riqueza natural. El corresponsal Diego Marín indaga en la importancia estratégica de la región.

Los millones de kilómetros cuadrados de la Antártida son un territorio prácticamente virgen. La Antártida, el sexto continente. Un lugar con una enorme biodiversidad y con una importancia acorde a su tamaño o en términos estratégicos.

Aún sin explorar en su totalidad, distintas estimaciones consideran que bajo la superficie se hallan enormes recursos naturales que podrían cambiar los equilibrios políticos que determinan hasta ahora las relaciones internacionales. Además, los 14 millones de kilómetros cuadrados del continente contienen nada menos que el 80% de las reservas de agua dulce del planeta. Un elemento que debido al aumento de la población y distintos procesos industriales se hará cada vez más escaso y evidentemente, valioso.

Por eso, hubo suspicacias respecto a la propuesta de Nueva Zelanda y EE.UU. para establecer una zona de preservación, incluida una de protección total en el mar de Ross.

Apropiarse de los recursos

“Podrían utilizar la investigación que se desarrolle en esta zona para apropiarse de los recursos”, comenta el analista internacional Juan Battaleme.

Este acuerdo no prosperó. Rusia y Ucrania se opusieron al establecimiento de esta zona de protección. Según sus representantes ante la Comisión para la Conservación de los Recursos Marinos Vivos de la Antártida la entidad carece de autoridad legal para establecer este tipo de áreas. Incluso, sería una redundancia de los términos del Tratado Antártico.

“El Tratado Antártico plantea que la Antártida entera es una área protegida de modo que EE.UU. no tiene por qué hacer ninguna cosa de manera unilateral”, según el profesor y economista en historia ambiental, Antonio Elio Brailovsky.

El Tratado Antártico entró en vigor en 1961 y en ese entonces fue firmado por 12 países, entre ellos los que mantienen reclamaciones territoriales sobre el continente.

Son siete países los que mantienen reclamaciones territoriales sobre enormes zonas de la Antártida. Como podemos ver en la gráfica Reino Unido, Argentina y Chile dicen tener derechos de soberanía sobre parte del continente, con la particularidad de que las zonas se superponen. También Nueva Zelanda, Francia, Australia y Noruega sostienen que enormes regiones del continente helado son parte de sus estados. Ninguno de todos estos reclamos tiene hasta ahora validez legal.

Desde la fecha de la firma, 50 países se han sumado a este tratado que busca salvaguardar el continente como un lugar de investigación científica. Pero el mismo resultado de ese trabajo ha indicado que hay una riqueza mineral que podría transformarse en objetivo para enormes empresas transnacionales, contraviniendo los mandatos del tratado antártico.

“Las grandes compañías norteamericanas no han renunciado a la idea de extraer minerales estratégicos de la Antártida”, sostiene Brailovsky.

Hasta ahora, el continente continúa siendo un santuario natural en el que la presencia del hombre es prácticamente nula. El consenso general es que la Antártida mantenga ese estatus, y así siga siendo clave en el mantenimiento de un ecosistema mucho más grande, nuestro propio planeta.

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