domingo, 11 de agosto de 2013

La Bujía del pasado

En los alrededores de Olancha, en el estado norteamericano de California, son apreciados por los geólogos de este país dada la alta concentración y belleza de diferentes minerales que allí se pueden hallar. 

Ésta es la historia de uno de ellos…M&V Rockhounds Gem and Gift Shop, tal es el nombre que Mike Mikesell, Eallace Lane y Virginia Maxey decidieron poner a su empresa, una tienda de piedras semipreciosas para regalo situada en el corazón de Olancha. El negocio estaba bien pensado. 

Al nordeste de la ciudad era fácil encontrar geodas de gran calidad, susceptibles de ser expuestas en el escaparate del establecimiento. El 13 de febrero de 1961, los tres jóvenes se pusieron en marcha en dirección a un monte cercano al lago Owens. La jornada fue bien aprovechada. Lo que encontraron fue un objeto de otro tiempo, una bujía el pasado.

A media tarde, y con una saco repleto de piedras a sus espaldas, regresaron a la localidad. Agotados, optaron por dejar la carga en un rincón del local, y analizar minuciosamente su contenido al día siguiente.


La bujía del pasado
Los primeros análisis de la bujía del pasado

Entre los minerales recogidos había una geoda, o al menos eso parecía ser. La superficie de la piedra, rugosa al tacto, aparecía descubierta de conchas fósiles, algo por otro lado normal si pensamos que las aguas cercanas siglos atrás cubrieron ese espacio de terreno yermo.

…Mike cogió con decisión la cuchilla diamantada y la colocó en la sierra. La geoda se resistía a mostrar su contenido; su apertura estaba resultando sumamente dificultosa. Finalmente lo consiguió, comprobando con estupor que la operación había desgastado completamente la sierra. Pero las sorpresas no cesaron aquí. El interior de la misma mostraba un aspecto inusual en ese tipo de formaciones rocosas. Aquello, fuera lo que fuese, evidentemente no era una geoda. La cara interna presentaba una formación circular perfectamente definida, de un material similar a la cerámica. Además, el extraño recipiente no estaba vacío.

…Ante los ojos del cada vez más inquietado muchacho surgía una esterilizada varilla de aproximadamente tres milímetros de diámetro, “rociada” por un componente brillante que copaba toda la superficie

Una bujía del pasado
Más investigaciones…

Análisis posteriores revelaron que posiblemente existiera en el interior de la piedra un recipiente de material blando, madera casi con toda seguridad, con forma hexagonal que contendría la varilla, única zona magnética del “aparato“. Además, las radiografías del objeto desvelaron la presencia de una formación metálica que se incrustaba en la capa interna de la supuesta geoda.

La zona exterior, al margen de los restos fósiles y de dos pequeñas incrustaciones semejantes a una arandela y un tornillo, presentaba formaciones cuprosas muy afectadas por los agentes medioambientales. ¿Qué hacía una creación artificial de estas características en un lugar olvidado como aquél? Los geólogos, tras el estudio pormenorizado de las piezas anexionadas al objeto, destacaron que la edad del mismo era indeterminada. Eso sí, la investigación estratigráfica de la comarca evidenció que para que las conchas y otros moluscos quedaran sujetos a la piedra, debiéramos remontarnos como por mil años atrás, cuando las aguas dulces del lago Owens cubrían el monte en el que fue hallado.

A partir de esa fecha, cualquier posibilidad es factible, y las preguntas, lógicamente, se amontonan ¿Con qué finalidad fue construido? Y lo que es más importante: ¿quién poseía hace siglos la tecnología necesaria para desarrollar cada uno de los componentes de éste? Respuestas hay pocas; conjeturas, quizás demasiadas.

…De hecho, algunos geólogos escogidos al azar han determinado que el artefacto podría rondar los 300 e incluso 500 mil años de antigüedad. En un primer momento, dados los componentes que aparecían en el objeto de Coso, investigadores de la talla de Jacques Bergier pensaron que podría tratarse de un sistema eléctrico. Pero aún fué más allá. Llevado por la curiosidad, pidió a Paul J. Willis que dibujara pormenorizadamente cada una de las partes de éste, y el descubrimiento fue mayúsculo. Al compararla con las piezas que forman las bujías modernas utilizadas para el encendido de los motores de combustión, la “geoda” era un calco, primario y antiquísimo, pero la similitud era indiscutible.

En la actualidad, el objeto de Coso permanece oculto en algún hogar de norteamérica, esperando ser rescatado de su injusto abandono por alguien que de una vez por todas se muestre dispuesto a desvelar su misterio.

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