sábado, 25 de enero de 2014

Estrella Roja sobre… Shambhala

La Inteligencia Soviética, Británica y Estadounidense, y la Búsqueda de la Civilización Perdida en Asia Central

De cualquier modo, así es cómo Blumkin más tarde contó la historia.

Podría haber otra explicación. La breve detención y la fuga fortuita también dieron a Blumkin la conveniente excusa frente al registro con la Inteligencia británica antes de juntarse con Roerich.

El pintor, teósofo y filósofo ruso Nicholas Roerich

Nacido en San Petersburgo en 1874, Nicholas (Nikolai) Konstantinovich Roerich es mejor conocido hoy como un pintor y un abogado incansable del yoga y el budismo en Occidente.

Él definitivamente era un teosofista y probablemente un martinista.

Él también llegó a ser un secreto agente de influencia soviético. Algunos de sus admiradores están clamorosamente en desacuerdo con esto, y puede ser verdad que Roerich usó a los bolcheviques tanto como ellos lo usaron. Sin embargo, sus lazos con la Inteligencia soviética son demasiado extensos como para ser negados. 

En el momento en que la Revolución golpeó a Rusia, Roerich ya había dejado el país, y él al principio no mostró ningún interés por el Gran Experimento Socialista. Hacia 1920 él estaba en Londres, donde se integró a la escena teosófica local dominada por Annie Besant.

Besant y sus seguidores eran partidarios abiertos de la independencia de la India, lo que los puso bajo la mirada de las fuerzas de seguridad británicas.

A principios de los años ’20 Moscú se había convertido en el benefactor principal de la agitación anti-británica en Asia y, en opinión de Desmond Morton del MI6 (más tarde uno de los espías en que Churchill más confiaba),
“casi todos estos teosofistas y las sociedades teosóficas están relacionadas de algún modo con el bolchevismo, los revolucionarios hindúes y otras actividades desagradables”. Roerich llegó a ver la influencia británica en el Tíbet como un mal que él debía combatir, y durante 1920 otras cosas lo empujaron hacia Moscú.

La esposa de Roerich, Elena (Helene), una medium, comenzó a recibir mensajes de una entidad que se llamaba a sí misma Maestro Morya, o Allal Ming, quien afirmaba ser un miembro de la Gran Hermandad Blanca y “maestro espiritual del Tíbet”.

Allal Ming convenció a Roerich de que él era la clave para la realización de un “Gran Plan” que finalizaría con la creación de un enorme Estado pan-budista que incluiría al Tíbet, Mongolia, partes de China y la mayor parte de Siberia.

La primera etapa sería la “Guerra de Shambhala”, el resultado final de la cual sería la“expresión terrenal del Reino Invisible de Shambhala”.

El plan es prácticamente idéntico al previsto por el barón Ungern casi al mismo tiempo.

Sin embargo, mientras que Ungern pretendía construir su Nuevo Orden haciendo la guerra contra los ateos bolcheviques, el guía de Roerich lo animó a ver a los soviets como aliados y a Lenin como un presagio de una nueva e iluminada Era. Quizás el Rey del Mundo estaba asegurando sus apuestas.

Al mismo tiempo, Roerich adquirió un nuevo seguidor en la persona del joven teosofista ruso Vladimir Anatol’evich Shibaev.

Shibaev también resultó ser un agente de la Internacional Comunista (Comintern) que trabajaba con nacionalistas hindúes. Él presentó a los Roerich a otros funcionarios soviéticos y estimuló sus proyectos de moverse a la India como un primer paso para la realización del Gran Plan.

El MI5 de Londres vigilaba de cerca a Shibaev y su trato con Roerich.

Los Roerich se trasladaron a Nueva York en Octubre de 1920. De esa manera ellos evadieron el escrutinio hostil de las autoridades británicas y aseguraron el apoyo entre estadounidenses adinerados. Uno de tales benefactores fue el agente de Wall Street Louis Levy Horch, quien ayudó a financiar el Museo Roerich y se convirtió en el administrador financiero y sostén principal del místico.

Naturalmente, Horch también tenía una vida secreta. Un exitoso hombre de negocios con importantes conexiones en la política estadounidense, él también era un agente encubierto de la Cheka/OGPU.

Los Roerich luego se trasladaron a Darjeeling, India, a finales de 1923. Esto los puso bajo los ojos vigilantes de Frederick Marsham Bailey, el “residente político” británico en el cercano Sikkim, y un hombre íntimamente familiar con las actividades rusas en Asia Central.

En la primavera de 1925 Roerich estaba listo para lanzar su expedición al Himalaya y más allá. La sincronicidad con el plan de Barchenko parece más que una coincidencia y sin duda tuvo algo que ver con el naufragio de aquel esfuerzo. Viajando bajo bandera estadounidense y respaldado por el dinero yanqui, Roerich tenía la ventaja de no ser un evidente peón soviético.

De todos modos, es interesante que Blumkin, el amigo de Bokii y de Barchenko, se haya materializado al lado de Roerich.

Cualesquiera fueran sus conexiones con los británicos, ¿mantuvo Blumkin comunicación con sus amigos de Moscú? A pesar de todo, él y Roerich recorrerían los alrededores del Tíbet (nunca alcanzando Lhasa), y seguirían hacia Sinkiang y Mongolia. Hubo incluso tiempo para un breve viaje a Moscú donde Roerich se codeó con más funcionarios soviéticos.

De hecho, su expedición fue manejada por Moscú desde el principio hasta el final, tanto si Roerich lo comprendió totalmente o no.

Aquel hecho no pasó inadvertido para los británicos. Durante este período el MI6 supervisó las actividades soviéticas en Asia por medio de uno de sus hombres en la embajada en Moscú, Arthur V. Burbury.

En 1928, las personas en Londres concluyeron que Roerich había sido “iluminado” en cuanto a la “excelencia de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas”.

El modelo de la vida real para Indiana Jones, Roy Chapman Andrews

En contraste con Barchenko y Roerich, el estadounidense Roy Chapman Andrews no tenía ningún interés obvio en lo oculto y lo paranormal.

Por supuesto, considerando su curiosidad acerca de los misterios naturales, él debe haberse preocupado un poco por los sobrenaturales. Nacido en Wisconsin en 1884, Andrews evidenció una temprana ansia de conocimiento y aventura.

En la época de la Primera Guerra Mundial, él había adquirido un grado de la Universidad de Columbia, había ingresado en el exclusivo Explorer’s Club y tenía un empleo en el Museo Estadounidense de Historia Natural (MNH).

Sus primeras exploraciones lo llevaron a China, lo que indudablemente fue el motivo de una nueva misión que se le asignó en 1918. Él viajó como un “naturalista”, pero él era realmente un oficial de la Oficina estadounidense de Inteligencia Naval (ONI) asignado a la legación estadounidense en Pekín.

Como corresponde a un buen espía, Andrews estuvo posteriormente muy callado sobre lo que él hizo allí, pero hizo al menos dos viajes “de reconocimiento” a una turbulenta Mongolia, visitando su capital Urga (de la que el barón Ungern pronto se haría cargo) y aventurándose en Siberia donde la guerra civil rusa se propagaba con furia.

Andrews posteriormente compiló un mapa de la “Región Limítrofe Sur de la Rusia Asiática” que terminó en manos de la División de Inteligencia Militar del Ejército estadounidense (MID).

En sus viajes, ¿oyó Andrews los mismos rumores de Agharti/Shambhala que alcanzaron los oídos de Ossendowski, Roerich y Barchenko? Andrews dejó la Marina en la primavera de 1919, pero apenas retornó a Estados Unidos él ofreció sus servicios al MID del Ejército.

Su antiguo jefe en Pekín, el Agregado Naval estadounidense comandante I.V. Gillis, recomendó a Andrews como alguien, “que en caso de emergencia podría confiársele un trabajo que requiriera habilidad y audacia”, y un colega en el Museo de Historia Natural aseguró al MID que Andrews era el “único estadounidense que está completamente familiarizado con el mongol”.

Entre 1922 y 1930 Andrews condujo cinco expediciones al desierto de Gobi y regiones contiguas de Mongolia.

Todas fueron patrocinadas por el MNH, y realizó notables descubrimientos de fósiles, incluyendo los primeros huevos de dinosaurio. Sin embargo, el objetivo original de las exploraciones no eran fósiles de animales sino pruebas de los primeros hombres.

El jefe de Andrews en el Museo, Henry Fairfield Osborn, estaba convencido de que los orígenes de la raza humana estaban en algún lugar en Asia del Este o Central. Algunas de sus teorías se hacían eco de las de los teosofistas, o por lo menos así lo creían estos últimos.

Desde nuestra perspectiva, la más interesante de las incursiones de Andrews fue la que comenzó a principios de 1925 y lo llevó a él y a sus compañeros a internarse en Mongolia occidental. El equipo de “cartografía” consistía en un oficial del Ejército estadounidense, el teniente Fred Butler, y un oficial británico, el teniente H.O. Robinson, llevado desde la legación inglesa en Pekín.

El posterior informe de Butler también fue a dar al MID.

Andrews pudo haber recogido información sobre las actividades de Roerich de otro explorador que entonces recorría las vastedades de Asia Central, la némesis de Ossendowski, Sven Hedin. El sueco le dijo a Andrews que su expedición era un “reconocimiento” de una proyectada ruta aérea de Lufthansa a través de Asia Central hasta Pekín, pero puede haber sido algo más.

En cualquier caso, Andrews relató diligentemente su conversación con Hedin al MID.

Al final, Shambhala permaneció escondida, o así parece. Roerich y Andrews siguieron viviendo sus vidas completas y fallecieron, respectivamente, en 1947 y 1960.

Barchenko, Bokii y los hermanos del ETB no fueron tan afortunados. Todos perecieron en las purgas de finales de 1930, condenados por crímenes que ellos no cometieron, o quizás sí.

por Richard Spence
Fuente: Veritas Boss

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