lunes, 4 de mayo de 2015

Las Pisadas del Pasado Remoto

LAS PISADAS DEL PASADO REMOTO

mayo 2, 2015

Planeta azul se presenta de nuevo, en esta oportunidad investigando sobre un enigma que tiene que ver con lo que parecen ser pisadas de humanoides que se encuentran ampliamente esparcidas en estratos geológicos del planeta, que nos traen a la mente el pasado remoto, específicamente hasta una antigüedad de doscientos cincuenta mil años. 

Donde la evidencia de huellas fósiles hacen pensar en la existencia de una especie humanoide muy anterior a la nuestra. 

Los arqueólogos han encontrado una misteriosa huella de zapato izquierdo de “qué es eso que caminaba como un humano”, huellas de sandalias, e impresiones de pies descalzos en las arenas que hace mucho tiempo endurecieron convirtiéndose en piedra. 

Se supone que uno de los primeros antepasados de nuestra propia especie recién hubo evolucionado en el período Terciario tardío .

Tiene por consiguiente sólo aproximadamente un millón de años de antigüedad, pero pisadas semejantes a las humanas se han encontrado fosilizadas en rocas que abarcan desde el período Carbonífero al período Cámbrico, ofreciendo de este modo un mudo , pero dramático, testimonio de que algunas criaturas bípedas andaban caminando hace alrededor de 250 a 500 de millones de años. 

 Huellas fósiles de pies desnudos y calzados decididamente humanoides han sido encontradas en sitios que abarcan desde Virginia y Pennsylvania, a través de Kentucky, Illinois, Missouri, Utah, Oklahoma, y Texas. 

Las impresiones dan plena evidencia de haber sido hechas por pies humanos en una época cuando las rocas eran lodo blando o arena maleable. Si bien el descubrimiento de estas huellas en las piedras del tiempo no ocurre con frecuencia, los geólogos, arqueólogos, y antropólogos por lo general se niegan a aceptar tal evidencia porque hacerlo sería reconocer que humanos, o algún otro humanoide bípedo (extraterrestre) o criaturas homínidas, vivieron en los primeros años de la hipotética historia evolutiva. 

Esta criatura bípeda, con un andar semejante al humano, presenta un enigma que tiene a los científicos rascándose las cabezas. Las huellas simplemente no podrían haber sido hechas por humanos, por ninguna prolongación de la línea del tiempo evolutivo.

Ya en enero de 1940, Albert C. Ingalls escribió sobre tales huellas enigmáticas y las describió como “el misterio carbonífero”, donde sostuvo, que “Si el hombre, o incluso su antepasado terrestre o extraterrestre, o incluso ese primer antepasado mamífero de aquel antepasado terrestre o extraterrestre, existió de cualquier forma que sea hace tanto tiempo como en el lejano Período Carbonífero, entonces toda la ciencia de la geología está tan absolutamente equivocada Por lo tanto, por el momento, la ciencia rechaza la interesante explicación de que el hombre hizo con sus pies esas impresiones misteriosas en el fango del Período Carbonífero.” 

Quizá los evolucionistas han estado buscando el árbol genealógico equivocado cuando llevan a cabo su búsqueda interminable del Eslabón Perdido, el cual definitivamente no es simio y no pertenece a este mundo.

 ¿Por qué nosotros no podríamos tener dos o más historias de Génesis en este planeta? 

Quizá nuestro primer “Adán” fue un anfibio bípedo que emergió de los pantanos del Paleozoico y puso un pie hundiendo un talón y cinco dedos en el lodo y arena maleable.

 ¿Las huellas de calzados? 

Bien, nuestra Eva Anfibia no habrá querido pasearse caminando descalza para siempre. Estas pisadas,huellas de calzado, e impresiones de sandalias fueron hechas hace más de 250 millones de años. Eso es un montón de tiempo para el ensayo y error evolutivo. Si nuestra propia especie ha evolucionado en poco más de un millón de años, ha habido por cierto tiempo más que suficiente para haber tenido más que la Historia de la Creación en este planeta. Si una especie inteligente de anfibios hubiera evolucionado, habrían sido, en efecto, criaturas notablemente eficaces. 

Ellos podrían tener lo mejor de dos mundos, tierra y mar. Podrían invernar por largos períodos de tiempo, siempre que fuera necesario; y, claro, serían naturalmente longevos y podrían haber sobrevivido bien en la Edad de los Reptiles, convirtiéndose de ese modo en responsables de esas misteriosas pisadas en los mismos estratos de las huellas de dinosaurios. 

En los primeros años de 1980, Dale Russell y Ron Seguin, del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Canadá, en Ottawa, crearon un imaginativo modelo de un dinosaurio humanoide. El número de Discover de febrero de 1982 contó cómo el proyecto de Russell y Seguin había empezado como una reconstrucción en tamaño natural del Stenonychosaurus inequalis, un pequeño dinosaurio carnívoro que había vivido cerca del final de la Edad de los Reptiles. 

Russell y Seguin decidieron llevar el ejercicio unos pasos más lejos. Usando alStenonychosaurus como modelo, formaron una criatura que podría haber evolucionado, en lugar de extinguirse con el resto de los dinosaurios, hace sesenta y cinco millones de años. El resultado fue una criatura semejante a un humano de cuatro pies y medio que Russell llamó “dinosauroide” Tiene un cerebro grande, la piel verde y amarilla, ojos de reptil, y según dicen sus creadores está basada en la especulación científica y no en pura fantasía. 

La Naturaleza tiene una manera de llenar los nichos ecológicos desocupados con lo que está disponible en las líneas evolutivas, y Russell razona que si los mamíferos no hubieran estado alrededor para evolucionar en seres inteligentes a través de la línea de los primates, los reptiles podrían haberlo hecho en su lugar. “Existe una tendencia en la evolución hacia el incremento del tamaño del cerebro”, dijo Russell, y la tendencia incluye tanto a los dinosaurios como a los mamíferos. El Stenonychosaurus tuvo un buen comienzo, cree Russell, porque tenía un cerebro relativamente grande y ojos con campos visuales traslapados. 

También caminaba en dos patas, y puede haber tenido un “pulgar” parcialmente oponible en su mano de tres garras. Si consideramos la tesis de que ha habido tiempo más que suficiente en este planeta para que anfibios inteligentes o reptiles evolucionaran, entonces fueron esas entidades las responsable de todas esas pisadas e impresiones de calzados en los estratos de 250 millones de años y más de antigüedad. 

Y quizás también fueron ellos quienes evolucionaron en las culturas prehistóricas muy adelantadas y civilizaciones que crearon una ciencia capaz de convertir la arena del desierto en trozos de vidrio verde fundido o de vitrificar poblados y paredes de piedra.

 Ellos pueden haber desarrollado el poder nuclear o algún otro abuso mortal de la energía natural que podía destruir ciudades antiguas por lo que parece haber sido un calor extremo – mucho mayor del que podrían causar las antorchas de los ejércitos primitivos, o los volcanes, los rayos, o el impacto de cometas. Las antiguas tradiciones de casi todas las culturas hablan de una encarnizada guerra entre las fuerzas de la luz y la oscuridad en la prehistoria de la humanidad. Si tal conflicto ocurrió y derivó en la destrucción de ese mundo antes del nuestro, que nosotros recordamos en el inconsciente colectivo de nuestra especie como alguna civilización ideal como Atlántida, o si la lucha tuvo lugar entre fuerzas rivales, existe allí una formidable evidencia a lo largo de nuestro planeta de que alguien estuvo ejerciendo el poder de una energía extraordinaria. 

Se ha afirmado durante años que muchos de los ocupantes de ovnis que han sido reportados por contactados o abducidos son humanoides reptiles o anfibios. Empezando en los años sesenta, se hizo la regresión hipnótica de varios hombres y mujeres que declararon haber sido raptados por breves períodos de tiempo por tripulantes de ovnis. Estos contactados dijeron haber sido objeto de algún tipo de examen médico; y en algunos casos, se pudo observar peculiares perforaciones y marcas en su carne. Desde 1966 al presente, se han entrevistado un gran número de testigos que afirmaron haber visto a los ocupantes de ovnis en las inmediaciones de misteriosas naves que habían aterrizado en praderas, prados, y bosques. 

Estos hombres y mujeres dijeron que habían podido echarles una buena mirada a las entidades, que estaban a menudo ocupadas en tareas tales como excavar la tierra, cortar hojas de los arbustos, o tomar muestras de agua. En gran parte de estos encuentros, las entidades observadas fueron descritas como de una estatura de unos cinco pies y vestidas con un ceñido mono. Su piel era gris o verde grisáceo, y sin pelo. Sus caras estaban dominadas por ojos grandes, muy a menudo con pupilas como de serpiente. No tenían labios ostensibles, simplemente líneas rectas por bocas. 

 Raramente se los describió como teniendo narices, simplemente pequeñas respingonas; pero normalmente el testigo vio sólo orificios nasales contra la cara lisa. A veces alguien perspicaz mencionó orejas puntiagudas, pero en muchas ocasiones comentaron sobre la ausencia de orejas perceptibles en la cabeza grande y redonda. Y, repetidamente, los testigos han descrito una insignia de una “serpiente voladora” en un parche del hombro, una placa, un medallón, o un casco. Casi sin excepción, esos hombres y mujeres que han encontrado entidades asociadas con ovnis han dicho que los sonidos emitidos por las entidades hacían pensar en silbidos, zumbidos, gorjeos, notas musicales – todos proferidos de manera cantarina como un pájaro.

 Para el número de mayo de 1982 de la revista Omni, el paleontólogo Dale Russell hizo unas conjeturas adicionales sobre su “hombre dinosaurio”. Por ejemplo, Russell declaró que ellos pudieron haberle dado orejas al dinosauroide, puesto que está comprobada su utilidad para la direccionalidad. No se hizo, admitió, porque eso hacía lucir a la criatura demasiado humana. Curiosamente, con respecto a la cuestión del lenguaje, Russell teorizó que los sonidos que haría el hombre dinosaurio serían “aviarios en lugar de mamíferos…. Sus voces serían más como las de un pájaro que un gruñido.” 

Aunque muchos investigadores han estado de acuerdo en que las entidades asociadas con el misterio de los ovnis parecen de naturaleza reptil o anfibia, la mayoría de ellos atribuye estas características a visitantes de un mundo extraterrestre. Mientras que esto debe ser considerado como una hipótesis viable, como una teoría alternativa, planeta azul presenta el escenario de que no necesitamos viajar más allá de nuestro propio planeta para descubrir que los seres evolucionados del Génesis I nunca nos han dejado. 

Muchas culturas antiguas han perpetuado tradiciones de serpenteantes seres sabios que se refugiaron en enormes cuevas subterráneas. Permítasenos suponer que algunas de estas entidades tecnológicamente avanzadas del Génesis I tomaron una decisión, luego de permitirle al mundo “enfriarse” durante varios miles de años después de una guerra nuclear prehistórica: empezar a interactuar con las nuevas formas de vida en vías de desarrollo en la Tierra. 

Permítasenos suponer, aún más, que, a partir de la aparición del pariente hereditario más temprano de la humanidad, producto tal vez de una intervención genética, ellos tomaron la decisión de guiar el gradual proceso evolutivo del Homo sapiens y comenzar un programa de ingeniería genética por medio del cual acelerarían el desarrollo físico e intelectual de ciertas criaturas bípedas. Sumamente paciente, objetiva, casi sin emoción en su enfoque de los proyectos científicos, la raza reptil experimentó con la pigmentación de la piel, el vello facial y del cuerpo, la altura, el peso, y la inteligencia en sus esfuerzos para mejorar la humanidad en vías de desarrollo. 

La serpiente es casi universalmente reconocida como un símbolo de la energía en forma de onda, representativa del esperma como símbolo de vida. Casi toda cultura antigua tiene sus leyendas de sabios Reyes Serpientes que vinieron del cielo para promover la benéfica y civilizadora obra de los Hijos del Cielo en la Tierra – por ejemplo, Quetzalcóatl, la “serpiente emplumada” de los Aztecas que descendió del cielo en un huevo plateado. 

El formidable respeto que nuestros antepasados tenían por estos sabios humanoides con aspecto de serpiente podría seguramente haber sido conservado hoy en nuestro inconsciente colectivo. Casi “de la noche a la mañana” las primitivas tribus humanas que durante siglos se habían contentado con luchar y apalearse a su manera alrededor del valle de la Mesopotamia, se hicieron diestros en las artes de la vida civilizada. Dejaron los riesgos de la caza y se hicieron granjeros, ocupándose de la tierra e irrigando el suelo. 

Se volvieron expertos en metales, cerámicas, y centenares de otras habilidades. Construyeron hogares permanentes, templos, torres, y pirámides allí donde escasas décadas antes sólo había rudimentarias tiendas y chozas. Beroso, el sacerdote-historiador babilónico, reconoce a Oannes, una criatura anfibia mitad hombre que emergió del Golfo Pérsico, como el maestro del esclarecimiento que condujo a los otrora primitivos sumerios a crear la cuna de la civilización y quien los guió en el escrito de la primera canción de amor, en la formulación del primer sistema escolar, la compilación de la primera guía de brebajes farmacéuticos, la formación de un equilibrado código de leyes, y el establecimiento del primer parlamento. 

Los astrónomos sumerios se convirtieron en tan exactos en su ciencia que sus mediciones de la rotación de la Luna sólo difieren en 0.4 de las modernas, informatizadas. Antes del advenimiento de Oannes, dijo Beroso, “los sumerios vivían como las bestias en el campo, sin orden o gobierno”. 

Fue el misterioso Oannes simplemente el símbolo del advenimiento de la súbita civilización – o estaba él entre los sobrevivientes de un mundo extraño y foráneo que existió en este planeta por cientos de miles, sino millones, de años antes de Sumer? 

¿Y su especie conserva un interés en la continuación de nuestra saga evolutiva?

RECOPILACION INVESTIGATIVA: ING. REYNALDO PEREZ MONAGAS

https://rey55.wordpress.com/2015/05/02/167-las-pisadas-del-pasado-remoto/

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