lunes, 14 de septiembre de 2015

Los estudiantes de arte israelitas pusieron las bombas del 11-S: fotografías que lo prueban


La prueba final. Esta investigadora judía nos muestra las fotografías de los estudiantes israelitas que alquilaron un piso en una de las Torres Gemelas y lo “reacondicionaron” (supuestamente para un trabajo artístico). 















El asunto es que las cajas de cartón que forran la instalación son de un producto que les deja en evidencia: fusibles empleados para demoliciones.

Ya sabíamos lo de los “estudiantes” israelíes detenidos el mismo día de los atentados aplaudiendo la caída de las Torres y con una furgoneta cargada de explosivos.

La investigación de Rebekah revela que estos “estudiantes” eran en realidad expertos en explosivos formados por el ejército israelí, que estuvieron haciéndose pasar por estudiantes vendiendo cuadros durante meses y que eran seguidos por la DEA porque se dedicaban al tráfico de pastillas de éxtasis (una actividad en la que los israelitas son los amos, según Daniel Estulin).

Al seguir la pista de la empresa que suministra el explosivo utilizado para detonar las torres se llega a Halliburton, es decir, a Dick Cheney.

Primero, os pongo el pedazo referido a lo relatado, y más abajo, la entrevista a Rebekah Roth, entera.




http://www.rafapal.com/?p=67848

11 hechos que prueban que el Mossad está detrás del 9/11

«Para saber quien gobierna sobre ti, simplemente encuentra a quien no estas autorizado a criticar». Voltaire. Arquitectos, físicos, e ingenieros lo han dejado muy claro, es imposible que las Torres Gemelas cayeran producto del impacto de sendos aviones en su parte superior. Sin embargo, existen evidencias de explosiones sucesivas ocurridas en pisos inferiores y que serían parte de una siniestra demolición controlada. 

Scott Forbes, un empleado administrativo que trabajaba en el piso 97 de la Torre Sur, declaró que, «durante el fin de semana previo al 9/11, la energía fue cortada por 36 horas, algo sin precedentes que lleva a pensar que se debió a la instalación de dispositivos de demolición en el interior del edificio». Esta conjetura es compartida por la mayoría de los llamados «teóricos de la conspiración» y, a la hora de señalar a un culpable, el Sionismo se lleva el primer lugar. 

Pero… ¿existen fundamentos para apuntar a tal culpable? De sobra… y, como veremos a continuación, no hay nada de «teoría», solo hechos. Los puntos expuestos en este artículo fueron extraídos en su mayoría de dos artículos escritos por el Dr. Alan Sabrosky [Ref. 1], ex profesor del US Army College, quien afirma tajantemente que el 9/11 fue una operación del Mossad (Agencia de Inteligencia del Estado de Israel), cuya motivación encaja perfectamente con el programa neoconservador del Sionismo para un evento catalizador con la capacidad de movilizar al público estadounidense a apoyar sus causas bélicas y así valerse del ejército más poderoso del mundo para cargarse a sus enemigos árabes en Medio Oriente. NOTA: En algunos de los siguientes puntos encontrarán enlaces a videos que ilustran la situación y recomendamos ver. 

La demolición controlada del WTC 7 implica que si una construcción del complejo fue demolida tan rápidamente «a la orden», entonces las tres pudieron serlo. Según varios investigadores y científicos, como el danés Niels Harrit del Departamento de Química de la Universidad de Copenhague, entre las ruinas de las torres se hallaron restos de nanotermita, un explosivo militar de gran poder destructivo. El impacto de los aviones comerciales fue solo una «obra teatral» diseñada para proveer una estremecedora distracción y facilitar la destrucción de los edificios por otros métodos, obviamente, con el amparo de los medios de comunicación. 

La BBC dio a conocer que el WTC 7 había colapsado veinte minutos antes de que ocurriera. Jane Standley, la periodista que anunció la caída prematura, lo calificó como un «muy pequeño y muy honesto error» provocado por su manera de pensar después de ser confrontada con un informe que no tenía manera de comprobar. 

Una operación de falsa bandera de este tipo requiere experiencia, acceso a los objetivos, y un apoyo local efectivo para posibilitar la evasión posterior al ataque. Ninguno de los 19 árabes acusados o sus posibles cómplices cumplían con los requerimientos mencionados. 

Por otro lado, Israel tenía la experiencia, el acceso, el apoyo local necesario —dentro y fuera del gobierno de EE.UU.—, y un incentivo positivo para derribar los símbolos del poder estadounidense y poner a la opinión pública a favor de la guerra contra los enemigos de Israel. Muchos funcionarios clave de la Administración Bush provenían del PNAC (Proyecto para un Nuevo Siglo Americano). Todos eran sionistas (partidarios de Israel) e incluso llegaron a escribir sobre la necesidad de un «evento catalizador» para movilizar al público estadounidense a favor de sus intereses.

 La empresa que proveía el servicio de seguridad al WTC era Kroll Associates, perteneciente a y operada por sionistas. Ninguno de sus dueños o parientes estaban en los edificios la mañana del 9/11. A pesar que cientos de judíos americanos murieron en el WTC, según se pudo determinar, solo 3 israelíes de 4.000 normalmente allí —más dos en los aviones estrellados— se contaron entre las víctimas fatales del «atentado».

 Larry Silverstein, quien adquirió y aseguró por miles de millones de dólares el WTC seis meses antes del ataque, tampoco estaba presente aquella mañana del 11 de septiembre de 2001. Convenientemente tenía una cita con el médico. Años después, no contento con la indemnización multimillonaria recibida, demandó a American Airlines y United Airlines por más de 8.000 millones de dólares por daños y perjuicios, alegando que eran los responsables de haber violado las normas de seguridad de manera imprudente. Afortunadamente la ley del estado de New York prohibe indemnizar dos veces por los mismos daños. ICTS, una compañía privada en manos de dueños israelíes y registrada en Holanda, proveía la seguridad a los tres aeropuertos de los que partieron los aviones secuestrados. 

Residentes de New Jersey observaron a cinco hombres junto a una furgoneta blanca filmando y celebrando los ataques. Según los testigos, los hombres habían preparado sus cámaras ANTES que se estrellara el primer avión. Al ser arrestados por la policía, se descubrió que todos eran de nacionalidad israelí. Los perros detectores de bombas llevados por los oficiales reaccionaron como si hubiera explosivos en la furgoneta pero no pudieron hallar nada. Más tarde, y bajo la presión de elementos gubernamentales, los cinco sospechosos fueron liberados.

Los detalles aún permanecen como clasificados. Una segunda furgoneta fue detenida en las proximidades del Puente George Washington. Según reportaba a CBS en aquel entonces: «Dos sospechosos están bajo custodia del FBI luego que un vehículo lleno de explosivos fuera descubierto en los alrededores del Puente George Washington que cruza el río Hudson y une New York con New Jersey. Se desconoce si el hallazgo está relacionado con los eventos de hoy, pero el FBI dijo que los explosivos hallados eran suficientes como para volar el puente». 

Curiosamente, no se volvió a saber sobre estos dos sospechosos ni la verdadera razón por la cual transportaban estos explosivos… El NORAD (North American Air Defense command) y sus cazas respondieron de manera inusualmente lenta. Tuvieron el tiempo para interceptar los 4 aviones comerciales en un rango de pocos minutos, pero no lo hicieron. Fallaron en la puntualidad de los reportes de la FAA con los aviones a desviar, en despachar cazas desde las bases más cercanas, en interceptar a máxima velocidad, y en redirigir aviones en el aire para interceptar los objetivos. 

Seguramente los súbditos del PNAC hicieron su parte para generar esta serie de «fallos» graves. La Comisión designada para investigar el 9/11 no está excenta de fallas, como tampoco lo está de integrantes pro-Israel. Muchos detalles improbables fueron aceptados y permitidos sin ser cuestionados, como el hecho que, en la propia base destruida de las Torres Gemelas, un hombre bien vestido le entregara a un detective el pasaporte intacto de uno de los presuntos terroristas; pasaporte que, milagrosamente, sobrevivió al impacto del avión, adquirió inmunidad al fuego e intenso calor, y cayó más de 800 pies sin ser afectado por el viento… Al parecer, el Director Ejecutivo de la Comisión del 9/11, el sionista Philip D. Zelikow, se aseguró que nada desviara la atención de los 19 árabes acusados.

Asimismo, el 10 de septiembre de 2002, Zelikow declaró ante una audiencia en la Universidad de Virginia que la verdadera razón para la guerra urgente contra Irak —además del 9/11— era «la amenaza que se cernía sobre Israel». Como toda operación ejecutada maquiavélicamente por una agencia de inteligencia como el Mossad o la CIA, los autores intelectuales y verdaderos culpables permanecerán impunes, sentados en el mismísimo Sistema jugando al ajedrez sobre un tablero lleno de sangre. Referencia 1: Treason, Betrayal and Deceit – 9/11 & Beyond por el Dr. Alan Sabrosky. Israel’s Hidden Faces, mismo autor.

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